Ultrajada, humillada, corrompida,
completamente de-ni-gra-da
vacía por dentro
en bolas por fuera
¿quién? pregunto
¿quién me manda
a hacerle un pete inmerecido
a este ser sin alma?
En un acto heróico de altruismo extremo
entrego el acto
valioso si los hay
y como si ésto no bastara en sí mismo para sentirme una nada sexual
el ser se da vuelta después de consumado el Noblísimo arranque carnal
y ronca,
se abstrae, se desentiende del obsequio,
básicamente de lo que es yo
y claro,
podría haber sido una vaca
la que hasta hace un minuto le succionaba el miembro
Dios!
¿quién?
pregunto
¡¿quién me manda?!
Definitivamente.
ResponderEliminarAl pete hay que hacerlo valer, desear, tasarlo por el peso de la verga en oro y no por menos!